Autobiografía: "Mi relación con la literatura"
Recuerdo las mañanas de los miércoles con la señorita Andrea en tercer grado, cuando nos tomábamos un recreo antes del recreo, mientras nos traían el desayuno del día con matecocido, la seño nos relataba una serie de libros de "Las Aventuras del Sapo Ruperto" de Roy Berocay, dentro de las cuales se encontraba la que más me marcó llamada "Ruperto Detective". Tal vez fue por el nivel de misterio que manejaba la historia para una audiencia de personas de entre 8 y 9 años o la forma de narrar y hacer enfasis que tenía la señorita Andrea que siempre nos mantenía con ganas de saber qué iba a pasar, lo que me incentivó a perdirle a mi mamá que me comprara un ejemplar en la misma librería donde siempre conseguía los manuales escolares. Así pude adelantarme en la lectura y no tener que esperar a la siguiente semana para saber cómo continuaría el relato. Era la primera vez que pedía un libro por interés propio y no porque me lo hayan pedido para leer en el colegio o algo por el estilo. Debe ser porque fue la primera vez que me enseñaron a leer por hobbie, disfrute y no como una obligación.
Luego, gracias por esta misma historia, tuve un primer acercamiento agradable hacia la escritura, ya que la maestra nos había asignado escribir un cuento, algo como una versión propia acerca de alguna historia que nos haya gustado o del propio Ruperto, que fue el que yo elegí. Me había inspirado bastante y en una sola tarde pude redactar el cuento, hasta llegar a las tres páginas, tenía que aprovechar mi creatividad y esmero, el cual la maestra Andrea se dió cuenta y usó de ejemplo para la clase, a la vez que le pareció divertida mi reversión de las aventuras de un sapo.
También tuve otros acercamientos a la literatura gracias a la biblioteca de la escuela primaria a la que iba, en la que se podía ir a leer en los recreos o bien pedir un libro y llevárselo a casa hasta por un mes o menos tiempo. De ahí empecé a interesarme por la poesía y hasta empecé a escribir mis propios poemas, a la vez que seguía leyendo cuentos o novelas infantiles, hasta parte de la hora de lengua nos hacían ir a la biblioteca y elegir un libro para que implementaramos como hábito leer.
Más adelante, cuando empecé la secundaria, también empecé a escribir un diario para poder volcar y organizar mis inquietudes, era más un desahogo mal escrito y sin mucha coherencia a que una serialización de mi vida. Sentía que estaba afrontando varios cambios sin saber cómo procesarlos o incluso el origen de los mismos, por lo que intentaba que escribir fuera de ayuda.
Antes de comenzar segundo año, leí "Las ventajas de ser invisible" de Stephen Chbosky, de más chica había visto la película con mi hermana, pero la verdad no la había entendido o, más bien, no podía conectarme con lo que pasaba, hasta que unos años después leí el libro y fue un lindo recorrido de varios días. Sentía mucha melancolía en lo que pasaban la páginas, me sentí mucho más identificada con los personajes, sobre todo con el principal y cuando terminé de leerlo me hizo sentir una tristeza realmente profunda, y volví a ver la película con la que esta vez me sentí más a fin. Aunque en esas vacaciones había leído varios libros ese fue el que más me marcó, desde ese momento quise que fuera algo más habitual la lectura en mi día a día, sin embargo con el tiempo se fueron reduciendo los libros que leía.
Otro de mis libros favoritos es "Tokio Blues" de Haruki Murakami, la primera vez que escuché sobre el autor fue cuando mi vieja compró un libro de cuentos de él "Hombre sin mujeres", el cual le daría una oportunidad tiempo después, aunque no fue el primero que leí de él, sino el que mencione al principio, que me lo prestó mi primo también en épocas de vacaciones, aunque éstas eran de invierno (sigo sin devolverselo). Me di cuenta con este libro que me gustan más las novelas o historias realistas, sujetas a la cotidianidad o al menos que reflejen la rutina de los personajes, para poder adentrarme en sus hábitos, en lo que decidan, en sus vidas, algo similar que me ocurre con las películas, aunque para estas soy mucho menos reestrictiva sobre los géneros que abarquen. Me gusta entrometerme en vidas ajenas, si son ficcionales mejor. Ambas novelas que me marcaron y tienen una narración bastante nostálgica, cierto cariño al pasado, aunque esté colmado de tragedias, rodean a los personajes, muestran a su vez como el presente siempre es mejor, dejando el pasado como una buena historia que contar.
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