autobiografía (borrador) momentos significativos

 En el momento que pasó la muerte de mi abuela no dimensionaba lo que era, lo que realmente significaba morir, solo podía pensar en que se había ido lejos, pero sin la incentidumbre de que volvería, porque no iba a hacerlo. Sé que después de eso ocurrieron más cambios dentro de mí, y diez años después sigo diciendo que la extraño, y diez años después hasta que haya muerto nuevamente alguien cercano, vuelvo a sentir a la vida endeble. Mi abuela falleció con 79 años, por más de que a los nueve yo no tuviera la consciencia suficiente como para saber que significaba, creía que era algo mucho más probable que fuera ella a que otro familiar, no tenía otros abuelos vivos. Mujer mayor, con la jubilación mínima, trabajó toda su vida, hasta necesitaba ayuda de sus hijos para pagar su alquiler, siempre alquiló, y se mudaron con mi mamá a varios lugares hasta su adolescencia. Mi abuela me cuidó hasta vieja, como hasta los 75, como hasta cuando yo tuve cinco o seis, aunque en realidad lo hizo siempre. Cuando venía a casa y la saludaba sus abrazos podían durar minutos, y con ello su perfume se me impregnaba, se me era imposible soltarla, ese olor llevaba el nombre de mi abuela, probablemente ese sea el olor que perfuma los recuerdos de mi infancia. Era coqueta, se maquillaba, iba seguido a la peluquería para mantenerse el pelo rubio, de hecho yo pensaba que era su color natural hasta que vi una foto miniatura de ella en la casa de mi tía, en la que estaba más joven y se la veía con el pelo mucho más oscuro.

Me iba a buscar al jardín, me llevaba a casa, me hacía un aseo general y después me hacía un té para la merienda, incluso, como a mí no me gustaba tomarlo caliente, me ponía un plato hondo con agua fría para que se enfriara más rápido. Era muy amorosa, aunque se olvidaba de las cosas y siempre antes de decir correctamente mi nombre mencionaba la lista entera de nietos, y cuando le hablaba a mi hermana se acordaba primero de mi nombre.
Cuando murió no lloré al instante de saberlo, recuerdo que estaba en la casa de mis tíos que nos cuidaban a mí y a mi hermana mientras mis papás estaban en el hospital.
Tuve más consciencia de eso años posteriores, lo que es raro porque hasta lloré más intensamente en esos momentos, por más de que ya hubiera pasado. Con el tiempo seguro me vaya acordando de menos cosas sobre ella.

Ahora, recientemente, se me ha postulado cerca la idea de la muerte por la pérdida de una amiga. A cualquiera le puede ocurrir, por más de que uno crea tener incorporado eso, seguimos una rutina a la que adecuarse, problemas efímeros a los que atender, hasta llegan momentos trágicos los cuales ponen en pausa las cosas, porque la vida de una persona deja de transcurrir. Éramos amigas de la secundaria, yo quería comenzar a entablar una relación con ella porque su aspecto me parecía interesante; el pelo con rulos, rubio, el mentón pronunciado y la nariz puntiaguda, su papá es ucranino, por lo que se notaba aquella trascendencia genética en sus facciones más que nada. Comenzamos a hablar por tercer año, primero me hice amiga de otra compañera de curso, Angie, y ella era mucho más cercana a Lou, de ahí empezamos a hacer trabajos de la escuela y hablar más seguido, por ese año fui seguido a la casa de su abuela, para hacer la tarea, me daba mucha ternura, me acuerdo que cuando la conocí me dijo que le gustaban los jazmines ya que mencioné que mi papá tenía una floreria. Ese mismo año su mamá quedó internada y sentí la necesidad de ayudarla más a afrontarlo, la verdad nunca supe si ella fue consciente de eso. Aunque creo nos unimos aún más los años que siguieron a esto.

Un año después de tercero llegó la pandemia, supongo que de por sí este hecho cuenta otro momento significativo. Mis amistades se virtualizaron todavía más, hizo ponerme más en contacto con algunos y distanciarme más de otros. Al estar encerrados y sin mucho que hacer, al menos teníamos los aparatos para vivir por medio de éstos. Tuve una rutina sedentaria, como la mayoría, demasiado monotona, y me aburría más si es que mi hermana se iba de casa para la de su novio. Me entristecí y en más de una oportunidad me sentí mal por estar derrochando mi juventud, como parecía que todo era igual, nada iba a cambiar, por lo que siempre iba a ser así y nunca iba a volver a tener la vida de antes, tenía la incertidumbre de cuánto iba a durar el encierro, a veces era pesimista y no creía que iba terminar en poco tiempo, tenía miedo que pasaran los años y siguiera de esa forma. Nada es igual, aunque gradualmente se fue recuperando la vida que teníamos, sin darnos cuenta. Al principio no me molestaba, incluso lo tomaba como una prolongación de las vacaciones, y en el momento que por cadena nacional anunciaron la cuarentena, me acuerdo que tenía que hacer un trabajo para la clase de geografía que no tenía ganas de entregar, por lo que me pareció un alivio, casi que lo traduje como dos semanas sin clase. A medida que pasaba el tiempo me di cuenta lo que realmente significaba ; no salir de casa, ir por grupos reducidos de personas a comprar, la distancia de dos metros entre pares, el barbijo, lavarse constantemente las manos, pasarle alcohol a los productos que se compraban en el super, cero contacto estrecho con otros, no compartir vasos, cubiertos, inclusive con los mismos que vivías, que te tomaran la temperatura al ingresar a un lugar, empezar a escuchar casos de contagios o de gente aislada a su familia. Algunas costumbres quedaron hasta principios de mi último año de secundaria, aunque haya empezado cuando estaba en cuarto.Supongo que hasta entonces ataravesé varias etapas estando encerrada, en algún pungto sentía que podía acostumbrarme, lo cual hice, mantenerme en casa era lo mismo que mantenerme en mi pieza, lo cual era lo mismo que estar en la cama, lo más productivo que podía hacer era cambiar el escenario yendo al comedor, a la cocina, tal vez incluso cocinar, eso era, más tiempo en casa, más tiempo a adueñarme de la misma, y así terminé aprendiendo a prender el horno, y a hacer bizcochuelo, y a utilizar más la sartén, y a ayudar más a mamá para hacer la comida, y queriendo replicar las recetas que veía en internet, pero fueron muchas más las que guardé a las que hice realmente, como todo. Si era productivo a un punto hacer cosas para familia o para aprovechar el tiempo en casa, como limpiar u ordenar, pero creo que al mes de la cuarentena comencé a sentir mucha fatiga, a acostumbrare a levantarme a cualquier hora, por más de que tuviese que conectarme a las clases virtuales, por más que tuviese que hacer trabajos y entregarlos por classroom, nada era mejor que quedarme en cama, más cuando llegó el invierno. Usar demasiado el celular, y desconectarme de éste sólo para dormir, o revisar el catálogo de netflix y no decidirse en qué ver, más cuando uno tenía todo el tiempo del mundo para elegir, aunque fuera de eso vi muchas series y películas, tal vez no terminé todas las series, pero la que más recuerdo porque la vi en un lapso de dos semanas fue "Daria", por las vacaciones de invierno, por ese momento era todavía más entretenido ver historias sobre adolescentes, por más de que pudiera sentirme identificada, era también porque visualizaba una vida que no estaba pudiendo experimentar o se había puesto pausa. Creo que por septiembre de ese año se permitían hacer actividdes al área libre, por lo que comenzamos a salir un poco más, salidas cortas, a plazas, o a hacer mandados un poco más lejos, todo con la excusa de poder salir de casa un rato. Se notaba el hartazgo de las personas y cómo estaban habitaban un poco más los espacios verdes.
Con Lou comenzamos a andar en bici juntas por el 2021, siempre estuve acostumbrada a andar de chica por la manzana de mi casa o yendo de esquina a esquina, como mucho a una plaza, pero lo divertido de ahora es que podíamos ir a cualquier lado. Poníamos un lugar de encuentro y de ahí recorríamos la localidad, incluso fuimos hasta caminito, me gusta la sensación de que por momentos uno cree que es capaz de ir hasta cualquier, y cambia la percepción de la diatancia entre los lugares. Por lo general hacíamos un recorrido y después parabamos por alguna plaza o íbamos hasta mi casa a merendar, incluso ver una película o al menos empezarla para otro día terminarla.
Ya en quinto en el colegio nos organizaron por burbujas, la mitad del curso iba una semana y la otra mitad a la siguiente, y por unas semanas tuvimos completamente virtual. Fue rara la forma de relacionarme con mis compañeros ya que gran parte eran nuevos, pero hasta me cambie de burbuja para estar con mis amigas, hasta fin de año conformamos un grupo con dos chicas más, pero no tardó mucho en disolverse y volver al original. Por octubre comenzaron a unir las burbujas, para poder terminar la cursada con la cantidad total de los alumnos, pero las distancias, el hacer fila con la misma para que te tomen la temperatura y así entrar, la organización de bancos, los cuales unían dos del tamaño para que se sienten de a pares, sentándonos tres, mientras que antes era uno de esos bancos grandes por alumno, y obvio los barbijos. Era como antes pero peor, sentía que el espacio era muy chico para tantas personas, aunque antes de la pandemia era así, me aturdían mis compañeros, y hasta me llegaba a doler la cabeza. El hecho de volver a clases presenciales me hacía sentir mal y tener nauseas, desgraciadamente me había acostumbrado a cierto tipo de vida mucho más lenta y aislada.


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